martes, 27 de diciembre de 2011

Capítulo 17.

{Recordad que sigue narrando Jason}

El amor. Algo tan bonito como para crear corazones soñadores y esperanzados de que algún día llegue. Algo tan hermoso como para hacer sentir a una persona miles de sensaciones por segundo con solo una mirada. Algo tan precioso como para estar en casi todos los temas de conversación que ahora mismo estén teniendo dos o más personas en el mundo. Y algo tan perfecto como para hacerte sentir en un mundo aparte. En otra dimensión. Un lugar en el que solo existen dos personas. Solo ellos, y nadie más. Sin celos, remordimientos o mentiras. Solo eso; amor. Un mundo en el que el sustento de vida son  los abrazos y que la mayor maldad es una sonrisa pícara. Ese mundo con el que todo el mundo sueña desde que empieza a tener el sentido de la razón. Donde un grano de arena es un polvo mágico y cuando lo soplas, todo se vuelve de un color distinto. Y en ese mundo es en el que me siento yo, cuando estoy a su lado, cuando la abrazo, cuando la bes…
- ¡Jason! –Aporrean la puerta. Sacudo la cabeza y escucho una risita. – Sal ya anda, que me tengo que duchar yo también.
Sonrío inevitablemente.
- ¡Ya voy! –Exclamo.
Me termino de aclarar, me seco rápidamente, me pongo unos bóxers y abro la puerta.
- Pareces una chica. Tardas mucho en el baño. –Ríe e intenta entrar en el baño.
- Oye, ¿A dónde te crees que vas? –La corto el paso.
Ella eleva una ceja.
- Pues al baño, ¿no me ves?
- Eso ya lo sé. –Aclaro. – Pero, ¿en serio piensas que te voy a dejar pasar? – Sonrío pícaro y me acerco a ella, haciendo que retroceda.
- Pues sí, ¿no? –Ríe nerviosa.
Niego con la cabeza y entonces, choca con la pared.
- Me tengo que duchar. –Dice estirando los brazos, intentando evitar que avanzara más.
Agarro sus muñecas suavemente y elevo una ceja.
- ¿Y? Tienes todo un día para hacerlo. Es sábado. –Sonrío hábilmente.
Apoyo sus muñecas en la pared. Acorralándola. Acerco mi cara mucho a la suya, rozando nuestros labios. Cierra los ojos.
- En serio, Jason, tengo que…
- ¡Sh! –La callo sobre sus labios. – Te quiero. –Susurro.
Rompo totalmente los centímetros que nos separaban y la beso. Quito mis manos de sus muñecas y las poso en su cintura, atrayéndola hacia a mí. Tras unos minutos, nos separamos.
- Yo más. –Sonríe y quita mis manos de su cintura.
Se acerca a mí como si fuera a besarme, pero entonces, corre a la puerta del baño, la cierra con fuerza y pone el pestillo.
Me acerco y golpeo la puerta suavemente.
- ¡Oye! Eso no me vale. –Río.
- ¡Aaaaaah…!
Sonrío.
- No tardes mucho, ¿vale?
Me voy al salón y me tapo con una manta mientras veo la televisión tumbado en el sofá.

{…}

- Jason… Jason. –Una voz me despierta.
Abro poco a poco lo ojos y sonrío. Sonríe.
- Te has quedado dormido. –Suelta una risita y me da un golpecito en la nariz con el dedo.
Me estiro en el sofá y expiro fuertemente. La sonrío y tiro de su muñeca haciendo que se acerque mucho a mí.
- Creo que se te olvida algo.
- ¿En serio? –Se hace la tonta.
- Pues sí.
Me acerco más a ella y la beso. Me separo. Me levanto de un salto. No sé por qué, pero me siento muy enérgico.
- Bueno, ¿y qué quieres que hagamos? –Pregunto.
Piensa y de repente, salta.
- ¡De compras! –Exclama.
Carcajeo.
- Venga, vale.
- Aunque creo que antes, mejor haz cosa. –Se acerca a mí.
Levanto las cejas.
- ¿Sí?
Baja la mano por mi abdomen hasta la tira de mis bóxers. Tira de ella y la suelta.
- Vístete anda. –Ríe fuerte y sube las escaleras corriendo.
Carcajeo y subo a vestirme.

|Narra Nicol|

Nos montamos en el coche y ponemos rumbo al centro comercial.
- ¿Sabes qué? –Pregunta Jason sonriendo.
- Cuéntame. –Río.
- Alex y Clara van a venir a Alaska también. –Sonríe de oreja a oreja, como un niño pequeño.
Sonrío tierna. Me parece muy bonito que le ilusione que su hermano y su novia vengan aquí.
- Pues espero llevarme muy bien con Clara. –Le guiño el ojo y este carcajea.
Llegamos. Maniobra para aparcar y nos bajamos. Coloca su brazo por encima de mis hombros y me junta un poco a él. Caminamos por los pasillos hasta llegar a la parte de chicas. Miro una. Hay unos vestidos preciosos así que decido entrar.
- Ven, Jason, por aquí. –Tiro un poco de él pasando mi brazo por su cintura.
Entramos. Saludo a la dependienta y empiezo a buscar. Tras unos minutos cogiendo cosas, miro a mi lado. Nada más entrar Jason se fue a otra parte de la tienda y no sé donde está.
Alguien me tapa los ojos. Sonrío al saber quién es por la colonia.
- Te he cogido unas cosas. –Quita las manos de ahí.
Me doy la vuelta y ahí le veo. Con el pelo despeinado y no se cuantos vestidos, pantalones, camisetas y bolsos. ¡¿Pero qué…!? Y comienzo a carcajear.
- ¿Qué? –Pregunta inocente.
- Pareces en vez del monstruo de las galletas, el monstruo de la ropa.
Carcajea.
- Bueno, ¿vamos? –Sonríe.
Caminamos hasta el probador. Deja todo lo que traía y lo yo que yo también en una silla y se sienta en la de al lado.
- Yo te paso ropa, tú te la pruebas y sales, ¿vale?
- ¿Qué? No, no. No hace falta que tu veas como me queda. –Le guiño un ojo.
- Sí, sí. Y no creo que quieras que me meta en el probador mientras que te cambias, ¿cierto? Así que toma.
Me tendió un pantalón blanco, largo y una blusa rosa. Me lo probé y salí.
- Me encanta. –Abrió mucho los ojos.
Y así con todo. Jason quería comprarme casi todo, por mucho que yo me negara. Pero claro, Jason es una de las personas más cabezotas que jamás podríais conocer. Así que al final, se salió con la suya.
- Ven. –Tiré de su brazo aunque llevara unas… ¿14 bolsas?
Entramos en una tienda para chicos.
- ¡Vete al probador!
- ¿Qué? –Frunció el ceño.
- Que vayas al probador. Venga, venga. –Le empujo ligeramente y va hacia allí.
Comienzo a cogerle cosas. Pantalones, camisetas, zapatos y dos trajes, por se a caso. Cuando termino, voy a los probadores. Dejo todo en una silla. Él está de espaldas. Le abrazo por detrás.
- Venga, al probador.
Entra dentro riendo y le paso un pantalón y una camiseta. Espero y sale.
- ¿Te gusta?
- Mucho. –Sonrío.
Estuvimos así como una hora. Todo el rato entrando y saliendo. Pero al final conseguimos lo que queríamos.
- ¿Vamos a comer? Tengo hambre. –Dice Jason tocándose el estómago.
- Venga, vamos.
Pasa su mano por mi cintura y tras dejar las bolsas en el coche, caminamos hacia algún sitio donde comer.
- ¿A dónde quieres ir?
- Pff, no sé.
- ¿Mc Donald’s?
- Venga. –Sonrío.
Llegamos y pedimos. Nos sentamos en una mesa apartada.
- Oye y…, una cosa. –Pregunto.
- Dime. –Dice mientras que abre la cajita.
- ¿Tú… tú por qué eras un criminal?
Era algo que siempre le había querido preguntar. Pero no sé, entre lo del ‘secuestro’ y qué no sabía como iba a reaccionar. Pero ya no podía más. Necesitaba saberlo.
Se para de repente. Se queda como congelado. Me mira. Parece nervioso. Pasa sus manos por el pantalón, seguramente quitándose el sudor de las manos.
- Yo… yo no sé. Todo pasó tan rápido y antes de darme cuenta, ya estaba metido en ello hasta el fondo. No tenía nada que hacer. No tenía escapatoria alguna. Si lo dejaba, me mataban. Así que lo acepté, pensando que todo seguiría igual hasta que me muriese. –Tragó saliva y inspiró y expiró fuerte. – Pero… pero entonces, llegaste tú. –Sonríe. Y yo también lo hago. – Y me dí cuenta de que aunque me mataran, merecía la pena correr el riesgo. Y… y aquí estamos.

¿En serio…? No sé como narices lo hace, pero cada día me sorprende más y más. Siempre le vi como alguien sin ningún sentimiento ni nada parecido. Que solo le importa hacer daño a los demás. Pero cada momento que paso con el, me doy cuenta de que eso no es así. Que es diferente. Que tiene un corazón enorme y que aunque no lo parezca, es muy frágil.
Me levanto. Me acerco a él. Y le abrazo. Sin miedo a nada. Deseando parar el tiempo. Arrancar las agujas a un reloj y quedarme así, para siempre. Solos él y yo. Con nuestros sentimientos y emociones. Pero sin ni un solo movimiento. ¿Nunca os habéis sentido así? ¿Qué daríais todo por que el mundo se parara? ¿Y qué todo se quedara como está? El problema está en que es algo que no puede ocurrir. Pero a mí me da igual.
Le aferro más a mí, inhalando todo si aroma. Noto que sonríe y yo lo hago inconscientemente. Y aunque solo sea eso, un abrazo. Yo me siento “a tres metros sobre el cielo.”


Siento que vaya con retraso, pero de todos modos, os deseo ¡Feliz Navidad!

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