¿Sabéis lo que es pensar que no queda esperanza alguna?
- A Juneau. La capital de Alaska. –intenté sonreír, pero solo me salió una mueca extraña al pensar que nunca me perdonaría.
- ¡¿Qué que!? –se exaltó.
Tampoco podía obligarla a ir conmigo, así que necesitaba saber esto. Suspiré ahogando mi llanto.
- Tú…¿tú me quieres? –dije cerrando los ojos fuertemente.
Aguantaré me diga lo que me diga, por mucho que me duela. La quiero demasiado para dejar que tenga una mala vida por mis jilipolleces, o que se separe de su familia y amigos por mí. Y menos si no me quiere…
|Narra Nicol|
¿Qué si le quiero? No, le amo. Pero…, ¿y si no es bueno para mí? Si hago esto, no habrá vuelta a tras…
¡No lo sé, joder! ¡No sé lo que quiero! Yo me iría con él pero, ¿y si me deja? ¿y si vuelve a hacer lo de antes? No creo que pueda confiar en él, pero tengo un impulso de ir.
- No lo sé, Jason –suspiré intentando no llorar. Aunque eso iba a ser tarea difícil.
- Joder –suspiró y vi una lágrima caer de su ojo-, lo siento, en serio. Te juro que esto no volverá a pasar –suspiró mirando el techo de coche-. Te lo contaré todo cuando lleguemos. Por favor –se giró, cogió mis manos y me miró a los ojos. Ambos los teníamos empañados.-, te juro que no es lo que piensas. Si no quieres venir, lo entenderé, pero que sepas que yo –mordió su labio inferior-, ¡yo te amo!
“El ser humano es el único que tropieza dos veces con la misma piedra”, no creo que esta vez me vaya a defraudar. Lo veo en sus ojos, y por mucho que me dijeran que no, que aspen si miento cuando digo que esto, es amor.
- Vamos –sonreí levemente, haciendo que él también lo hiciera, pero de una manera exagerada-, pero eso no significa que te haya perdonado del todo.
Asintió, aunque se notaba que seguía feliz, ¿tanto le importaría?
Salimos del coche y entramos en el aeropuerto. Entonces me acordé de algo.
- Oye, Jason –me miró-, si eres un criminal, ¿cómo es que no te dicen nada?
- Tranquila –acarició suavemente mi mano-, mi hermano, Alex, y su novia, Clara, se ocuparon de todo.
Y mil millones de escalofríos recorren mi cuerpo. Una caricia tuya me hace sentir tanto, que ni os lo podríais imaginar. Ya no me concentro en sus palabras, me concentro en sus labios. Carnosos, rosados y húmedos, haciéndome revolucionar totalmente por dentro.
Asiento haciéndole creer que le he hecho caso y miro al frente despegando mi cabeza.
Nos sentamos en unos asientos esperando el avión. ¿Por qué nos vamos tan lejos? Mejor dicho, ¿por qué nos vamos? ¿Es por lo del secuestro? Bueno, mejor dejo de pensar en esto. Ya que se supone cuando lleguemos me lo va a decir todo.
Miro su pierna. Se mueve de arriba para abajo. Arriba, abajo, Arriba, abajo. No para de moverla. Esta nervioso…
Un silbido interrumpe mis pensamientos. Un señor mayor, de unos cincuenta años nos dice que vayamos hacia allá. Al llegar, coge nuestras maletas y subimos por unas escaleras hasta un pasillo. Veo un avión. Entramos en él y solo había dos asientos. ¿Lo había preparado todo, o qué? Nos sentamos, uno al lado del otro y suspiré pensando en lo que se me venía ahora. Aunque necesitara saberlo, a la vez no quiero. Es raro, ¿sabéis? Por una parte sí y por otra no. Pero lo que de verdad querría sería que no hubiese pasado todo esto. Volver al pasado y como si fuera tiza, borrar esos momentos con un trapo. Soplarlo como el polvo de un libro. Romperlo en mil cachitos como un cristal que se rompe. Destrozarlo, destruirlo al completo. Pero no es posible, así que, habrá que hablar.
- Jason –susurré en un suspiro. Me miró. - ¿Por qué? –Aguanté las lágrimas que amenazaban por salir de mis ojos.
|Narra Jason|
Y por mucho que me costara, se lo tenía que contar. No podía dejarla así. ¡Pero lo peor es que todo es por mi puta culpa, joder! ¡Si no hubiese sido tan podidamente inconsciente ni gilipollas, nada de esto estaría pasando! Pero claro, como soy taaaan inteligente. Nótese la ironía.
Y claro que no pude evitar llorar. Nunca fui tan sensible, pero me salían solas. El vacío que había en mi pecho, consumiéndome, pensando que no me perdonará, es demasiado para mí. Para mí, y lo sería para cualquiera. Pero lo intentaría de todas las formas, con todos los colores, en todos los momentos. Como, cuando y donde hiciera falta. Porque lo importante no era eso, si no que ella me perdonara y que pudiéramos volver a ser felices. Juntos.
Acabo. Me mira de una forma que no sé descifrar. No puedo leer sus ojos como siempre, necesito que ella hable y que lo diga. Por favor, que lo haga.
|Narra Nicol|
Lo admito, me conmovió. ¿En serio que ha hecho tantísimo por mí? ¿A sufrido y ha soportado mi odio sin rechistar por salvarme, por estar conmigo? Es increíble. Nadie jamás ha hecho tales cosas por mí. Y encima la manera en la que decía. Pronunciando cada palabra con tristeza y arrepentimiento. Derramando de vez en cuanto alguna lágrima que delataba que no era tan duro como aparentaba. Que podía ser la persona más sensible de este mundo. Y eso me encanta.
- Entonces –traga saliva fuertemente mientras que una lágrima cae desde su ojos izquierdo hasta perderse en la comisura de sus labios. -, ¿me perdonas?
Y me mira de una manera tan tierna, romántica, hermosa, arrepentida. Con sus alucinantes ojos color miel que brillan como dos perlas en el mar. Que decirle que no sería la mayor lucha contra el mundo.
- Pero, ¿en serio? –dije emocionada sin poder creérmelo todavía.
Me miró desconcertado.
- ¿En serio, qué?
- ¿En serio has hecho tanto por mí? –una lágrima cayó por mi ojo.
Entonces se da cuenta de a lo que me refiero y sonríe tímido.
- No es tanto.
- Sí, si que lo es –sonrío esta vez yo.
Acaricio suavemente su mejilla y me acurruco en su pecho cerrando los ojos. Tengo sueño.
|Narra Jason|
Tenía mucho miedo de que no me perdonara, pero sí que lo hizo. Y eso me causó una de las mayores felicidades de este mundo. ¿Sabéis lo que es pensar que no queda esperanza alguna? ¿Sabéis lo que es creer que la persona a la que llevas esperando toda tu vida ya no quiere volver a saber nada más de ti? ¿Sabéis lo que es pensar que por tu puta culpa todo lo que más quieres se vaya a la mierda? Porque todo eso es lo que mi mente creía hasta hace unos minutos. Pensaba que ya no había vuelta atrás, que ya no le importaba. Pero no. Sí que la importo. Y por eso me quiero asegurar de que esto no volverá a pasar. Por lo que nos vamos lejos. Muy lejos para que no nos puedan encontrar. Solo ella y yo y a poder ser, para siempre.
Se acaba de dormir en mi pecho. Extrañaba tanto esto… Ya sé que solo fueron unos días, pero se me hicieron eternos.
Al final, conseguí conciliar el sueño. Y encima, ya estaba mejor. Me había perdonado y se había fugado conmigo, no podía haber pasado nada mejor…
· Ocho horas después. Aeropuerto principal de Juneau, Alaska.
Una señora, que aparenta ser la azafata, me despierta. Ya hemos llegado. Me estiro acompañando eso de un gran bostezo cuando me doy cuenta de que Nicol está en mi regazo. Es tan mona…
Pero de todos modos, la tengo que despertar. La acaricio suavemente el pelo mientras que aspiro todo su aroma cerrando los ojos. ¿Cómo es posible que sienta tanto simplemente oliéndola? Es raro. Pero me encanta.
- Nicol –susurro-, Nicol, cariño. Ya llegamos –sonrío y ella va abriendo los ojos poco a poco.
- ¿Ya? –se restregó las muñecas por los ojos y los abrió con suma dificultad.
- Sí. –Asentí y la ayudé a levantarse.
Salimos del avión que más bien se tendría que llamar ‘jet privado’ –sigo sin saber como Alex se pudo permitir alquilarlo. Pero me alucina igual. -.
- ¿Y ahora qué? –pregunta risueña.
- Ahora nos vamos a nuestra casa.
- ¿A nuestra casa? –abre los ojos exageradamente. Tanto que no sé como no se le salieron de la órbita.
- Claro –soltó una pequeña carcajada-, no pensarías que íbamos a vivir bajo un árbol en pleno invierno de Alaska, ¿no?
Ambos soltamos una carcajada y, después de haber cogido nuestras maletas, salimos a coger un taxi fuera.
|Narra Nicol|
En el taxi me puse a pensar en todo. ¿Y mis padres? ¿Qué pasará con ellos? Sé que casi nunca están en casa, pero de vez en cuando van y al no verme, ¿qué pasará? ¿Me buscarán? ¿Les dará igual? ¿Se enfadarán? Demasiadas preguntas, pero ninguna con respuesta.
Observo minuciosamente por la ventanilla. La verdad es que esto es precioso. ¿Sabéis lo que es Alaska en pleno Noviembre? Lo más bonito que podríais ver en vuestra vida. Todo blanco. Un blanco claro y que parece muy fino. Tengo claro que lo primero que voy a hacer después de instalarnos, será ir a la nieve y ver la ciudad. Me alegra mucho que haya elegido venir aquí.
Una mano acaricia la mía. Giro la cabeza y me encuentro con su mirada.
- Tragó saliva fuertemente. Parecía que me quería decir algo. - ¿Te arrepientes de haber venido conmigo? –Suelta de repente.
Me miro desconcertada. Parece preocupado por ella, ¿lo estará en serio? Espero que no lo esté por lo que me a preguntado. Porque es evidente.
- Claro que no –le sonreí y él me miró feliz.
Acarició de nuevo mi mano y la besó.
- Espero que te guste nuestra nueva casa. A mí me encantó.
Y ahora que lo dice, admito que me suena raro. Yo pensaba que eso me lo dirían cuando tuviera veinticinco, veinticuatro o treinta años. No diecisiete. Puede que sea muy pronto para esto. Pero ya sabéis: “Nunca intentes desobedecer a tu corazón. Porque te aseguro que en un batalla contra él, perderás.”
Y tiene razón.
- Entonces seguro que la amaré –sonreí.
Se contagió de mi sonrisa. El taxista habló.
- Ya hemos llegado, señor –sonrió amablemente.
Pagó y bajamos del coche. Dirigí la vista al frente y mis ojos se abrieron rápidamente al ver la pedazo casa que había delante. ¿No sería la nuestra, no? ¡No, no, no! Es imposible. Es demasiado precioso para ser verdad.
- ¿Te gusta?
- ¿El qué? –pregunté. No me podía estar preguntando por la casa a nuestro frente. Aunque no había ninguna más casi en toda la manzana.
- La casa –la señaló.
- ¿No será la nuestra, no? –musité cada vez más alucinada.
- Claro que lo es –rió ante mi actitud.
- ¿Qué que? –exclamé bastante alto.
- Pues que… –le interrumpí.
- No, no. Si te entendí. Lo que pasa es que no me lo puedo creer.
- ¿Eso significa que te gusta? –rió bajito.
- ¿Bromeas?
Entramos en el enorme jardín. Me fijaba en cada detalle. Aunque todo estaba cubierto de una blanca capa de nieve que parecía polvo mágico. Es hermoso.
Y al entrar por la puerta, pensé. “Y ahora comienza una nueva vida.”