sábado, 4 de febrero de 2012

Capítulo 20.


· Juneau – Alaska. Dos meses después.

|Narra Jason|

 Me llevo una mano a la cabeza. Hoy, estoy feliz. Pero a decir verdad, ¿qué razón tengo para no estarlo? Ninguna. Estos dos meses han sido los mejores de mi vida con diferencia. Junto a Nicol, Clara y mi hermano Alex.
Ahora mismo mi pariente y su novia se han ido de vacaciones juntos dos meses a ‘demostrarse su amor’, así que Nicol y yo estamos solos desde hace dos horas.
Subo arriba, donde mi novia se ha encerrado a estudiar desde que se levantó. Tiene los exámenes finales dentro de tres días y, por lo que he visto, está bastante nerviosa.
Paso la puerta de su habitación y me acerco intentando hacer el menos ruido posible.
- Cariño, llevas aquí seis horas estudiando…–Musito en su oído. Noto como se estremece. – Venga, baja un rato conmigo a la salita y descansas.
Suspira.
- Es que no puedo…–Masculla. – Tengo que seguir estudiando…
- ¿Qué? ¡Pero si llevas estudiando todo el día! –Digo levantando las cejas, pero aún susurrando.
- Pero…–La interrumpo.
- No vas a ir por tu propio pie, ¿cierto?
Niega con la cabeza mostrando una mueca en su cara.
- Bueno, pues… –Digo y sonrío.
Con una maniobra la levanto de la silla y la cojo en cuello.
- ¡Jason! ¡Suéltame! –Exclama dándome pequeños golpecitos en la espalda.
- No, no. –Digo.
Comienzo a bajar las escaleras con ella encima propinándome puñetazos suaves. Que pena que sea lo suficientemente fuerte como para que sus golpes no me hagan daño…
- ¡Pero Jason! –Vuelve a decir con un alto tono de voz. – ¡Tengo que seguir estudiando! –Musita molesta.
- Ya te lo dije antes: Llevas todo el día estudiando. Ya es hora de que tomes un descanso. –Le recuerdo mientras que la poso suavemente en el sofá, sentada.
Ella aprovecha ese momento para intentar salir de allí y correr hacia arriba. Pero claro está que no la dejo. Antes de que pueda avanzar apenas dos metros la cojo de nuevo y la tumbo en el sofá, quedándome yo arriba suyo pero sin apoyar mi peso sobre su cuerpo.
Elevo una ceja.
- Creías que te podrías escapar, ¿eh? –Le susurro muy cerca de su cara, haciendo que mi aliento choque contra el suyo. – Pues como ves, no están fácil…
- Jason… -Intenta empezar a decir.
Pero no la dejo continuar y hago un cambio de posición. La incorporo un poquito, lo suficiente para que se sostenga y darla un fuerte abrazo. No sé el por qué, pero lo necesito. Ella se queda paralizada unos instantes, pero luego parece comprender la situación y me rodea con lo brazos, apretándome con ganas contra su cuerpo.
Nos acabamos separando.
- Oye… -Musita. - ¿Y si nos vamos hoy de fiesta? –Propone.
- ¿De fiesta? –Pregunto confuso mientras arrugo el ceño.
- ¡Sí! –Exclama. – Últimamente hay mucha más marcha, y hay unas cuantas discotecas que están guay. ¿Qué te parece? –Dice ilusionada.
Comienzo a pensar… Ya que se ha animado a hacer algo que no sea estudiar, y que encima le apetezca, deberíamos ir. Porque es que también, con todo esto de lo de que yo antes era un criminal, no hemos salido casi nada… La verdad, nos vendría bien a los dos salir un poco y pasarlo bien.

El problema es que no sabían lo mucho que se equivocaban con esa idea. Puede que todo, al final, volviera a la felicidad de ambos. Pero… No, definitivamente, no va a ser la opción más acertada.

- Venga, vale. –Susurro en su oído y le acaricio la espalda. – Pero todavía es pronto, ¿vemos la tele? –Musito otra vez, de la misma manera.
- Sí…–Dice y nos hecha a los dos hacia atrás, apoyándose en mi pecho.
Al no echar nada interesante en la televisión, decido poner un canal cualquiera y hablar. Pero ella se me adelanta.
- Oye, Jason…–Masculla y me mira con los ojos brillantes.
En estos momentos, me dan ganas de secuestrarla y llevarla muy lejos. A otro país, a otro lugar. En uno en el que solo estemos ella y yo. En el que nada nos pueda separar y que, ni si quiera, nos dejemos de abrazar, de besar.
Este mundo… Este mundo no está hecho para el amor. Pero aún así, los humanos, seres egoístas para lo que queremos y caprichosos, lo intentamos. El problema es que la sociedad nos impide ser felices de una manera no solitaria. ¿El trabajo? Nos distancia. ¿La clase social? Nos impide estar juntos. ¿Las clases? Nos separa. ¿La política? Nos arruina. ¿El resto de la gente? Simplemente, nos molesta. ¿Por qué todo tiene que ser así? Si alguien tiene la respuesta, por favor, que me la dé. Porque quiero encontrar una solución, lo más pronto posible.
Suspiro.
- Dime, mi vida. –La vuelvo a mirar, mientras que en mi cabeza retumban todas las palabras de mi pensamiento anterior.
- ¿Tú… tú recuerdas la primera vez que nos vimos?

|Flashback|

Entonces, algo se activa. Un 'click' se oye en ese corazón que nunca a sentido nada. Solo cierta satisfacción cada vez que le daba una paliza a algún que otro gilipollas. ¿Es cierto? ¿Estoy viendo lo que yo creo que estoy viendo? No, es imposible. La sigo atentamente con la mirada y veo cómo se adentra en la tienda de la esquina. La que tiene una cola enorme. ¿Hago una locura? Sí. Y no será la primera, ni la última.

|Fin del flashback|

“Y para no acordarme…”
- Claro, ¿cómo pensabas que me iba a poder olvidar de ello? –Digo.
- No sé… Por eso preguntaba. –Suelta una pequeña carcajada tímida.
Sonrío.
- ¿Y tú? –Le cuestiono.
- Claro que sí. –Dijo rápidamente, sin darme tiempo a pensar que no era así. – Eres tonto. –Me dice. Arrugo el ceño. - ¿Cómo se te ocurre ‘atracar’ una tienda, para acabar secuestrándome? –Dice, abriendo exageradamente los ojos mientras que ríe.
- Bueno… ¿Si no nos hubiésemos conocido, no? –Afirmo. – Pues entonces, les doy gracias a los atracos. –Le guiño un ojo.
Pasan unos minutos y decidimos irnos a cambiar. Ambos subimos arriba. Me ducho y me pongo unos pantalones grises algo ajustados con una camiseta negra ceñida y una chaqueta de cuero negra también. Todo bien acompañado con unas deportivas del mismo color de mi ‘chupa’.
No he tardado mucho, y como sé que a Nicol, siendo como es, aún le queda un buen rato, decido bajar al salón y sentarme en unos de los sillones. Veo un rato la tele tranquilamente cuando oigo que alguien baja las escaleras. Me levanto y dirijo mi mirada hacia ellas. Y la veo. Tan hermosa como siempre. Con una falda de estampados florales bastante corta, una camiseta ajustada negra y unos tacones altos también negros, todo acompañado de un bonito bolso blanco y un gancho en el pelo.
- Preciosa. –Susurro tras haberme acercado a ella.
Se sonroja. Creo que nunca le he dicho que amo cuando lo hace, pero aunque no lo sepa, es más que cierto.
Le beso tiernamente en los labios y salimos. La discoteca está a apenas cinco minutos andando de casa, así que vamos a pie.

Pero no saben lo mucho que se están equivocando yendo allí esta noche…
                                                                                     
___________________________________________________________________________________
¡Eeeeeespero que os haya gustado! Por cierto, aviso de que queda muy poco para que termine la novela, ¿si? Bueno, que eso, que me comentéis en el tuenti, poooooorfi: Rosa Horan Beadles.
Osquuuiero(L)

1 comentario: